martes, 10 de agosto de 2010

Elogio del Vino

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Baco. Fresco de una casa romana descubierta bajo las termas de Caracalla, un amplio complejo de baños de la Roma imperial.


 
El fresco que aquí presento -la escultura de Miguel Angel y el resto de imágenes griegas y romanas con las que he realizado el guión de este vídeo-, son muestras artísticas y simbólicas que aluden, todas ellas, al dios Dionisos-Baco, y al vino, licor que lo simboliza.

Este caldo obtenido de la elaboración de la uva ha sido tenido por los distintos pueblos que lo han conocido como el rey de los vegetales y destinado por ello a las ofrendas y sacrificios, como ocurre en el Cristianismo durante el rito de la Eucaristía. La razón es que este néctar, que tiene la virtud de agradar tanto al paladar como al olfato, no surge directamente de la planta, sino que además de la tierra, el sol y el agua, el fruto de la cepa necesita la intercesión del hombre, razón por la que se ha considerado siempre una planta sagrada. En efecto, la vid ejemplifica mejor que ninguna otra cosa en su plano, el papel intermediario que tiene el hombre en la Creación, pues es el único ser con condiciones para colaborar en la obra de la Naturaleza, con capacidad para degustar este líquido fermentado y con libertad para poder elegir entre el exceso y la mesura.

Dionisos, y el vino, que es a veces considerado su propia sangre, es aquella Idea -o deidad- que le recuerda al hombre su doble naturaleza terrestre y celeste, esto es, su alma animal y su alma espiritual, y que del equilibrio y la mesura entre ambas nace el arte de vivir en armonía con el Cosmos. No olvidemos que para la Filosofía el hombre es también una planta, “un árbol invertido cuyas raíces están en la cabeza” o en Kether, según el diagrama del Arbol de la Vida de la Cábala.

Miguel Pselos, una vez dicho todo cuanto se puede decir a tenor del vino, según lo entienden los iniciados en los misterios de Dionisos, mutandis mutandi, como hacía Platón, añade este elogio que aquí presento. Espero que lo disfrutéis, tiene mucha gracia. Con todo afecto. Núria.

Dionisos. Escultura de Miguel Angel




martes, 13 de julio de 2010

NOCHE DE ESTRENO TEATRAL

Foto del escenario la noche del estreno.


A los que seguís este blog, y a todos los que alguna vez os asomáis a él, os quiero hacer partícipes especiales del estreno teatral al que el sábado tuve la suerte de asistir. La Colegiata Marsilio Ficino, y el Teatro de la Memoria, ponían nuevamente en escena una obra de Federico González Frías: “El Tesoro de Valls”.

Envueltos en la atmósfera creada por la banda sonora de Music Hall previo a la función, el público espera en su asiento a que se abra el telón y que discurra el espectáculo. Un público, el que sigue a la Colegiata, que ya sabe que no sólo se encontrará con un buen montaje, cuidado en su escenografía y en el vestuario, sino que además espera oír un texto que resonará en su interior.

Y así fue que a través de un lenguaje siempre rico y transgresor comenzó la función.

Cuando esto sucede se ve el decorado de la habitación de un hotel de lujo. A ella entran dos personajes, un conserje mujer ataviado con un suntuoso frac, acompañando a un caballero elegantemente vestido y asiendo un maletín. Enseguida sabemos que se trata de un viejo cliente del establecimiento. Este, mediante el gesto de su rostro, nos descubre ya en los primeros minutos su carácter altanero, consecuencia del orgullo que siente por los logros obtenidos en la vida, todo un tesoro que guarda en su maletín.

Nada hace presagiar, en ese momento, todo lo que se habrá de vivir en las próximas horas dentro de esa suite, pues la sorpresa es continua, los personajes que lo visitan indefinidos, las situaciones que habrá de experimentar insólitas, y a la vez tan reales que llevan a todos los allí reunidos a vivir junto al propio Valls la transformación de muchos valores que creíamos inamovibles y que habían sido hasta ese momento nuestro “tesoro”, aquello en lo que hemos invertido la vida.

Valls, está interpretado por Carlos Alcolea, que tiene una actuación magistral y una modulación de voz impecable. Este, sin dejar el escenario en ningún momento, se constituye en la columna vertebral que articulará la obra cuyo ritmo se mantiene constante durante los dos actos que dura la función, lo cual es una identidad de la obra.

Las carcajadas del público ante esta ingeniosa, irónica y transgresora comedia fueron continuas y algunas veces sostenidas y esbozadas con una sonrisa, pues si bien las situaciones creadas por Federico no pueden ser más graciosas y ocurrentes, y las interpretaciones gestuales del elenco artístico más conseguidas, sin ninguna sobre actuación, subyace en la obra un drama personal y absurdo, con el que el espectador no puede dejar de verse reflejado.

-¡Pobre hombre! - se oyó decir en la sala en más de una ocasión, -¿pero qué más puede pasarle?-

…Y como rubricando la propia pieza teatral, al final de la actuación el mismo Federico sorprende a todos apareciendo, en el saludo en escena, en pijama y bata, es decir con el mismo atuendo que lleva Valls en todo el segundo acto, como si fuera un personaje más de la comedia, o como la comedia dentro de la comedia.

Finalmente se cerró el telón mientras los participantes recibían un caluroso y cerrado aplauso. A continuación Federico recibió las felicitaciones de muchos amigos y espectadores que quisieron darle personalmente la enhorabuena.

Ojalá pudierais ver la obra y participar de ella de una forma más directa. Tal vez se represente en alguna de vuestras ciudades. Yo por mi parte os mantendré al corriente de todo ello y os avisaré cuando la grabación esté en You Tube.
                                                                                                                    Núria



Una instantánea tomada durante los ensayos.






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*    *

domingo, 4 de julio de 2010

Nacimiento de Venus




Canal de audiovisuales


"Hay una tercera clase de delirio y de posesión, que es
la inspirada por las musas; cuando se apodera de un alma
inocente y virgen aún, la transporta y le inspira odas y
otros poemas que sirven para la enseñanza de las generaciones
nuevas, celebrando las proezas de los antiguos héroes.
Pero todo el que intente aproximarse al santuario de
la poesía, sin estar agitado por este delirio que viene de
las musas, o que crea que el arte sólo basta para hacerle
poeta, estará muy distante de la perfección; y la
poesía de los sabios se verá siempre eclipsada por los cantos
que respiran un éxtasis divino".


jueves, 17 de junio de 2010

La Sabiduría nos convoca en la Academia de Atenas









a Academia de Atenas” es, seguramente, la pintura más representativa de lo que significó el espíritu del Renacimiento, que fue el de la conciliación y la concordia, las que preconizaba justamente Pico della Mirandola, Conde de la Concordia.

Si Pico escribió “Novecientas Tesis” en las que demostraba que las enseñanzas metafísicas de Sócrates, Platón, Pitágoras, Zoroastro o Cristo -por ejemplo- y las Ciencias Naturales, es decir, la Física, la Astronomía, la Medicina, la Matemática, la Lógica, etc., que exponían Aristóteles, Euclides o Averroes, no eran antagónicas, sino puntos de vista complementarios, Rafael realiza esa misma conjunción de unidad a través de esta pintura donde muestra, reunidos bajo el mismo techo, a los grandes maestros de la Antigüedad, tanto religiosos como laicos, estudiando y dialogando entre sí, mostrando sus teorías y ciencias a los que se acercan a escucharlos.

Eso es lo que expresa el pintor de Urbino cuando hace entrar en la Academia de Atenas, el templo de las artes y las ciencias, a Platón, quien señala la vertical, y a Aristóteles, cuyo gesto se refiere precisamente al plano horizontal. El primero portando bajo el brazo un ejemplar del Timeo, el diálogo más pitagórico de Platón, y el segundo llevando en la mano otro ejemplar, en este caso de su Etica.

Ambos sabios están flanqueados por Apolo y Atenea a uno y otro lado del pórtico de acceso, deidades que están simbolizando las dos columnas sobre las que se sostiene la Academia, que fue, y es, una forma de la Utopía. Por un lado Apolo con su lira evocadora, representando la luz y el impulso poetico de la Tradición Orfica y Ancestral, y del otro Atenea, la diosa guerrera, pero también de la Sabiduría, la que debe aplicarse en todas las artes. Es decir que representa a la Sabiduría actuando en el mundo.

Allí, absortos en sus trabajos y diálogos, il nostro Rafaello, como llamaban cariñosamente sus amigos filósofos y artistas al brillante pintor, retrata a los padres del saber, sin distinción de religión, procedencia, ni personalismo.

Cristo no era cristiano, es decir no estaba adscrito a una forma particular de la Ciencia Sagrada. El Cristo es una vivencia del Hombre Verdadero, y es algo que sólo en el corazón se experimenta. Cristo es una guía, pero si esa vía de unidad que Cristo representa no se ve igualmente reflejada en las palabras de Poimandrés, en los himnos de Orfeo, en las palabras de Zoroastro…, no se verá en ninguna parte. La intuición intelectual, como bien advierte René Guénon, no está en el cerebro, sino en el corazón, donde se encuentra la sede de la Inteligencia.

Además de los ya mencionados maestros, en el fresco de Rafael vemos también a Sócrates, Hipatia de Alejandría, Homero, Zenón, Parménides, Heráclito, Alejandro Magno, Diógenes, Ptolomeo, Zenón, entre otros. El propio pintor aparece autorretratado y mirando al espectador, siendo junto con Hipatia los únicos personajes que así miran.

También se aprecia la faz de algunos contemporáneos amigos tanto de Rafael como de Pico, ese es el caso de Miguel Angel, de quien Rafael toma la esfinge para representar a Heráclito, o Leonardo da Vinci, a quien elige Rafael como modelo para representar a Platón.

Tanto el texto de Pico, extraído del “Discurso sobre la Dignidad del Hombre”, con el que se dirigió a sus conciudadanos para presentar su tratado de “Novecientas Tesis”, así como el fresco de Rafael o la música de Guglielmo Hebreo -el judío que inundó de bellas músicas y coreografías las Cortes italianas- pertenecen a la misma época y al mismo entorno de la Academia de Florencia; pues todos ellos estaban vinculados a ella intelectualmente y de corazón, considerándose amigos, compañeros y ciudadanos de la Patria Celeste, a la que secretamente pertenecían en unión con los ancestros de todas las tradiciones verdaderas, ramas de un mismo tronco universal.

Todos ellos apostaron por ir al encuentro de la antigüedad que consideraban como un territorio a conquistar y punto de apoyo para cualquier idea de progreso. Es decir que estos hermetistas obtuvieron la fuerza para reiniciar la cultura en un momento de abatimiento y oscurantismo, porque supieron ver que “todos los grandes movimientos progresistas parten siempre de una mirada al pasado”.

Presento con satisfacción este pequeño audiovisual, el segundo de esta “Pinacoteca Simbólica”, porque soy consciente que con él evoco un momento histórico al cual tanto le debemos, y porque con ello contribuyo, en alguna medida, a divulgar  un pensamiento y con él “un mensaje oculto, una ciencia sagrada que la humanidad ha estado a punto de perder en numerosas oportunidades y que los iniciados en ese conocimiento han tratado de preservar y al mismo tiempo testimoniar y difundir de las más diferentes y aún extraordinarias maneras, pues siempre han pensado que cuando ese Conocimiento se pierda definitivamente será el fin de esta humanidad sumida en la ignorancia y la peor brutalidad”. Así lo entendió Orfeo cubriendo y protegiendo los misterios de sus enseñanzas con fábulas, y disimulándolos con el ropaje de la poesía, al punto de que cualquiera no avezado en el Arte Real, cree ver en sus himnos “cuentecillos y simples naderías”.

Para Pico, profundamente fascinado como estaba por la majestad del ser humano, no hay nada más apasionante que conocer a ese “camaleón” al que tantos elogios dedicó, por ser la obra más hermosa del Creador. Y el único ser con capacidad para transformarse a sí mismo haciendo producir, a su libre albedrío, las semillas de su celemín. Núria.



Galería de los Uffici (Florencia). En la imagen se aprecia el original del famoso retrato -de autor anónimo- de Pico della Mirándola, así como un fragmento que revela la belleza del recinto donde se alojan las obras más emblemáticas del Renacimiento italiano, tanto escultóricas como plásticas, las que fueron realizadas por artistas de la talla de Rafael, Botticelli, Leonardo, Miguel Angel o Giotto entre otros muchos de igual envergadura. Foto de la autora del blog.



Discurso sobre la Dignidad del Hombre (Fragmento)

Giovanni Pico della Mirandola





uy honorables Padres. He leído en obras árabes que el sarraceno Abdalá, preguntado acerca de lo que en esta especie de escena del mundo se reputaba como más digno de admiración, respondió que nada podía considerarse más admirable que el hombre. Opinión con la que coincide la famosa expresión de Mercurio: “¡Ay Asclepio, qué gran maravilla es el hombre!”.

Puesto a meditar acerca de la razón de tales sentencias, no me satisfacían las numerosas explicaciones de la excelencia de la naturaleza humana que muchos pensadores dan, a saber: que el hombre es el intermediario entre todas las criaturas, servidor de las superiores y rey de las inferiores; intérprete de la naturaleza por la agudeza de sus sentidos, por la capacidad inquisitiva de su mente y por la claridad de su inteligencia; punto de transición entre el mundo eterno y el tiempo cambiante y (lo que dicen los persas) cópula, o mejor himeneo del mundo; y, como dice David, un poco inferior a los ángeles. Ciertamente que estas son poderosas razones, pero no son en absoluto las principales, es decir, aquellas capaces de reclamar en derecho para él el privilegio de la admiración general. Pues, de ser así, ¿por qué no sentimos mayor admiración por los propios ángeles y los hermosos coros celestiales?
Finalmente me pareció que había comprendido por qué el hombre es el animal más afortunado y, por tanto, digno de toda admiración, y cuál es precisamente aquella condición que le ha tocado en suerte en el orden universal, codiciada no sólo por los seres irracionales, sino también por los astros y los espíritus ultramundanos.
(…)
Así pues el Hacedor tomó al hombre e hizo una obra de naturaleza indefinida al que puso en el centro del mundo, hablándole de esta manera:

-Oh Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu naturaleza obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescritas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna, definirás tus propios límites, según tu propio albedrío en cuyas manos te he puesto. Te he situado en el centro del mundo para que observes comodamente cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra lo que prefirieras. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que son divinas.

¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suprema y admirable suerte del hombre al cual le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera!

¿Quién habrá que no admire a este camaleón nuestro? O, más bien, ¿quién admirará más cualquier otra cosa?

No se equivoca Asclepio el Ateniense, en razón del aspecto cambiante y en razón de una naturaleza que se transforma hasta a sí misma, cuando dice que en los misterios el hombre era simbolizado por Proteo. De aquí las metamorfosis celebradas por los hebreos y por los pitagóricos. También la más secreta teología hebraica, en efecto, transforma a Henoch ya en aquel ángel de la divinidad, llamado malakh ha-shekhinah, ya, según otros, en otros espíritus divinos. Y los pitagóricos transforman a los malvados en bestias y, de dar crédito a Empedocles, hasta en plantas. A imitación de lo cual solía repetir Mahoma y con razón: "Quien se aleja de la ley divina acaba por volverse una bestia". No es, en efecto, la corteza lo que hace la planta, sino su naturaleza muda e insensible; no es el cuero lo que hace la bestia de labor, sino el alma bruta y sensual; ni la forma circular del cielo, sino la recta razón, ni la separación del cuerpo hace el ángel, sino la inteligencia espiritual.
(…)
Recordemos, no obstante, oh padres, los tres preceptos délficos indispensables a aquéllos que tengan la intención de penetrar en el sacrosanto y augustísimo templo, no del falso sino del verdadero Apolo que ilumina toda alma que viene a este mundo. Veréis que no reclaman otra cosa que no sea abrazar con todas nuestras fuerzas aquella triple filosofía sobre la que ahora discutimos.

En efecto, aquel medén agan, esto es, "nada en exceso", prescribe rectamente la norma y la regla de toda virtud a través del justo medio, del cual trata la filosofía. Luego tenemos el famoso gnothi seautón, esto es, "conócete a ti mismo", que nos incita y exhorta al conocimiento de toda la naturaleza, de la cual el hombre es intersticio. Pues quien, en efecto, se conoce a sí mismo, conoce a través de él todas las cosas, como escribió primero Zoroastro y después Platón en Alcibíades. Finalmente, iluminados en tal conocimiento a través de la filosofía natural, y ya próximos a Dios, pronunciando el saludo teológico ei, esto es, eres, llamaremos familiarmente y con alegría al verdadero Apolo.

Consultaremos también al sapientísimo Pitágoras, sabio sobre todo por no haberse nunca considerado digno de tal nombre. Este nos prescribirá en primer lugar: "No sentarnos sobre el celemín", esto es, no dejar inactiva, o mejor, no abandonar a la desidia aquella parte racional con la cual el alma mide, juzga y examina todas las cosas, sino encauzarla y mantenerla pronta con el ejercicio y la regla de la dialéctica.
(…)
Examinemos también los documentos de los caldeos y, si les damos autoridad, encontraremos que en virtud de las mismas artes se abre a los mortales la vía de la felicidad. Escriben los intérpretes caldeos que fue sentencia de Zoroastro que el alma era alada y que, al caérseles las alas, en su caída se conduce a un cuerpo y vuelve a volar hacia los dioses cuando de nuevo le crecen. Habiéndole preguntado los discípulos de qué modo podrían obtener un alma apta para el vuelo con alas bien emplumadas, respondió: "Rociar las alas con las aguas de la vida". Insistiendo aquéllos con sus preguntas de cómo y dónde conseguirían estas aguas, les respondió, según era su costumbre, con una parábola: "El paraíso de Dios está bañado e irrigado por cuatro ríos: alcancen allí las aguas salutíferas". El río que fluye desde Septentrión se llama Pischon, que significa justicia; el del Ocaso tiene por nombre Sichon, que significa expiación; el que fluye desde el Este se llama Chiddekel, y quiere decir luz, y el que fluye, desde Mediodía, se llama Perath, y se puede interpretar por fe.
(…)
Estos son, acaso, los sabios conocimientos matutinos, meridianos y vespertinos cantados primero por David y después expuestos de nuevo por Agustín. Esta es la luz de mediodía que inflama a los Serafines cayendo a plomo sobre ellos y los Querubines, y la sabiduría a la que se refería el antiguo padre Abraham. Este es el lugar donde, según la enseñanza de los cabalistas y de los árabes, no hay sitio para los espíritus inmundos.



Notas:
* El celemín es una medida agraria de capacidad que sirve para recoger en número, peso y medida, las semillas equivalentes al campo donde éstas deben sembrarse. Simbolicamente uno mismo es un celemín cuando llega a este mundo. Un cuenco conteniendo todas las semillas de nuestras posibilidades de desarrollo. De cada quien depende, en buena medida, que ese celemín se convierta en un campo fértil. Esta idea está igualmente simbolizada en la parábola bíblica de los talentos, los que el ser humano recibe con el fin de hacerlos producir en el transcurso de su existencia.

**Asimismo remito al post de Sahaquiel: “El utilitarismo y la decadencia del conocimiento”, publicado en su blog "Astrum In Homine", donde se incide y se arroja luz sobre el papel de Pico y de los hermetistas en general, en la reverberación y transmisión de la Filosofía Secreta durante el Renacimiento.

*** La pieza musical del vídeo es, como se dice, de Guglielmo Hebreo (Guglielmo Ebreo de Pesaro) y lleva por título “El Renacimiento en la Corte de Nápoles”. Guglielmo es autor del primer tratado de coreografía, arte vinculado al hermetismo, que tiene que ver con medir los tiempos y coordinar los movimientos en el espacio. El arte de la danza o Balleto, degradaría siglos más tarde, especialmente en Francia, en el edulcorado y amanerado ballet -palabra derivada de la italiana- donde la contorsión artificiosa del bailarín, el disimulo para ocultar el dolor en los dedos de los pies, etc., forma parte sustancial del espectáculo. Para Gugliemo, en cambio, la danza es ante todo gracia y naturalidad y debe nacer espontáneamente por el ardor que la música produce al llegar al corazón, o sea, que “la armonía y el suave canto que por el oído llega al corazón provoca tal dulzura que de ello nace un vivo ardor del cual surge la danza que tanto gusta".  El título de la obra de Guglielmo es: Pratica se arte tripudii vulgare opusculum.

Pulsar AQUÍ para ver el Vídeo "La Academia de Atenas", en el canal dmiventana.

viernes, 4 de junio de 2010

Rastros del Norte. Norteamérica Antigua


El Museo Barbier-Mueller de Barcelona presenta actualmente una exposición que reúne piezas de distintas culturas pre-colombinas, que abarcan todo el Norte de América hasta el área Maya de México.  Recomendamos vivamente esta exposición, pues siempre es regenerador para el espíritu sumergirse en el mundo arcaico, en un imaginario virginal, en este caso llevados por las culturas nativas del Nuevo Mundo. Esa sensación, casi a flor de piel, es la que recibe el visitante sensible a todo aquello que representa el arte simbólico como vehículo de lo sagrado.

Cada pieza tiene su propia identidad, y su misterio, es decir, está fijando una idea-fuerza, un arquetipo en definitiva, así se trate de culturas poco conocidas en general, como la Anasazi, hasta piezas que provienen nada menos que de Teotihuacán (Ciudad de los Dioses) el centro espiritual de la Cultura Tolteca.
Se hace evidente, durante todo el recorrido, que cada una de las muestras constituyen parte de un todo cual es la vieja Tradición Americana que a su vez es una parte de la Tradición Unánime.




Esta es una imagen de Chalchiutlicue, diosa de las aguas terrestres, de los ríos y los lagos. Segunda esposa de Xalotl, dios de la lluvia. A Chalchiutlicue se la llama también “la de la falda de jade”, pues se dice que cada una de las piedras verdes que cuelgan de su vestido representan los ríos de la tierra, que de ella nacen.




Esta es la imagen de Huehuetéotl, el dios viejo, dios del fuego, se le representa como un anciano encorbado. Esta figura fue encontrada en Veracruz, México. También hay en la muestra un vaso de cerámica, procedente de Guatemala, Cultura Maya, con la representación de este mismo dios anciano. 




Deidad risueña. Cultura Tolteca. Veracruz. México.




Cuenco de cerámica. Cultura Mogollón. Noroeste de Estados Unidos.

Sobre el interesante pueblo Mogollón y sus construcciones dentro de cuevas, dejo el siguiente link





Esta es una imagen de Ehécatl, dios del viento. Se trata de una de las manifestaciones de Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, análogo a Hermes. Tomando el nombre de Ehécatl-Quetzalcóatl representa el aliento de los seres vivos y las brisas que traen las nubes con lluvia.




Figura humana. Tamaño natural. Cultura Azteca. México.



Figura antropomorfa. Cultura Azteca. México.





viernes, 9 de abril de 2010

Danza en el Parnaso





La música occidental nace míticamente con la lira de Apolo y el patrocinio de las musas, de las cuales deriva su nombre, y Platón en el "El Banquete" la da como invención de Olimpo, aunque debemos vincularla también con los martillos de distintos pesos que oyó sonar Pitágoras en una herrería, adaptando posteriormente esa escala a una cuerda cuyo sonido está dado por las proporciones de su largo, la cual conforma el monocordio -imagen del monocordio universal- que se constituye en un modelo permanente de la Teoría musical posterior, capaz de sintonizar (sinfonizar) con la armonía de las esferas y su música celeste, ya que los distintos sonidos y sus proporciones son expresiones de la manifestación cósmica, a la que reflejan. Estas relaciones y especulaciones entre la música, la cosmología y la metafísica son propias de todo el pensamiento occidental y se han continuado sin interrupción hasta nuestros días. El propio Pitágoras, seguido por Platón, establece proporciones numerales y geométricas y las vinculaciones que las unen a la música como reveladora de la estructura y perfección cósmica e intermediaria entre sus niveles. Pero no es sólo eso, estas proporciones establecen también las normas de la arquitectura y las artes visuales, el plano de la ciudad, el metro poético, y se reflejan en todos los aspectos culturales e institucionales, como ha sucedido no sólo con los pueblos de ascendencia greco-romana o hebreo-cristiana, (en la edad Media, por ejemplo) sino con otros muchos -así sean arcaicos o civilizados-, pues estos módulos conforman la estructura de base de la cultura de las sociedades que no están en decadencia, las que toman los ritmos y las proporciones como leyes que todo el universo refleja a su manera, las cuales fijan y limitan, y por lo tanto hacen posible permanentemente la ejecución del concierto cósmico. Seguir la lectura en la web del autor.

El Parnaso. Fragmento donde se ven las Musas con Apolo. Cuadro de Andrea Mantegna Pintado a petición de Isabel d'Este  para su estudiolo de Mantua.










miércoles, 31 de marzo de 2010

Perderse para Encontrarse

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Plegaria

Venerado Hermes,
divino maestro,
guía de las almas,
bondadoso señor,
toma mi mano temblorosa,
escucha el sórdido lamento
de quien implora tu ayuda.
Llévame hacia el interior del bosque,
te lo ruego.
Abandóname,
desnudo e indefenso.
Búrlate de mis despojos.
Hazme víctima de una broma sagrada.
Ayúdame a perderme,
si me he de volver a encontrar.
Ayúdame a olvidar,
porque en el olvido de lo efímero
mora el recuerdo de lo eterno;
y quien se olvida de las formas,
destruyendo su morada terrenal
vuelve a recordarse a sí mismo,
comprende que nada puede ser
sino por medio de lo Uno,
Supremo, Infinito, Innombrable,
Aquello que realmente Es.
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Toma mi mano,
divino maestro,
y ayúdame a perderme.


Sahaquiel


 
Publicado en Astrum In Homine, Página del autor.

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martes, 9 de marzo de 2010

La Intangible Belleza de Kore

Kore. Museo Arqueológico de Atenas, Grecia/ΕΛΛΑΣ

El Museo Arqueológico de Atenas es impresionante. Toda la memoria cultural de la Grecia antigua está contenida en él, incluso hay piezas de lo que no hay ni memoria.

Hoy me quiero detener en la figura, a tamaño natural, de una de las Kore, arquetipo de la mujer joven, que allí hay. Me refiero a la Kore que apareció en la necrópolis de Merenda, lugar cercano a Atenas, y que está alojada en el centro de una de las salas dedicadas al “periodo arcaico”, según la terminología museística.

Todas las Kore llevan el pelo suelto, en bucles, y unos mechones cayendo sobre los hombros a uno y otro lado de la cabeza. Ese es uno de los símbolos que identifican a esta deidad, es decir, a la diosa joven, la muchacha, la doncella que aún no tiene marido; por eso estas estatuas se realizaban para distinguir la tumba de alguna joven fallecida antes del matrimonio, como es el caso de ésta que se hizo para Phrasikleia.

Por el donaire con el que coge su vestido y la caída que éste tiene a lo largo del esbelto cuerpo, se diría que el escultor más que piedra de mármol hubiera tenido entre las manos resina del bosque sagrado de Dodona, o tal vez cera del monte Himeto, materias que fácilmente se ablandan bajo los dedos cálidos del artista.

Enseguida vemos que estamos ante la talla de un refinado cincelador, si bien no podemos olvidar que la característica principal del arte tradicional es que éste es arquetípico y por lo tanto siempre es una imitación de cosas invisibles, que en verdad carecen de apariencia física, aunque puedan tomar las facciones de un modelo o una persona principal.

Si nos acercamos a observar el traje de esta Kore, advertimos que en él hay esculpidos pequeños símbolos geométricos, como esvásticas, el sol, alguna estrella, unos rosetones… Son dibujos tipo naif, sencillos y simples pero claramente geométricos, nada que ver con lo que sería un adorno.

Eso me lleva a pensar en Deméter y su hija Kore (también escrito Coré), ambas diosas de los misterios de Eleusis, de los que se hizo heredero Pitágoras, Platón y los neo-platónicos, es decir la Tradición Hermética. Pienso en los enigmas que aquí hay expresados y que hoy en día aunque están expuestos a la vista de todos pasan completamente desapercibidos a la mayoría.

En este sentido recuerdo aquello que dice Pico de la Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del Hombre donde recoge parte del Asklepio y defiende que la Verdad única, revelada a la humanidad a través de los textos cabalísticos, árabes, cristianos, platónicos y herméticos, no están al alcance de todos, y es más, que conviene

“mantener estas cosas escondidas al vulgo y hacerlas accesibles a los perfectos, entre los cuales dice Pablo que la sabiduría habla, no fue producto de una decisión humana, sino una orden divina. Y esta costumbre de los antiguos filósofos la siguieron de una forma muy escrupulosa. Pitágoras no escribió nada, sino unas pocas letras que al morir encomendó a su hija Dama. Las esfinges esculpidas en los templos de los egipcios hacían la advertencia de que se debían guardar los dogmas místicos libres de la violación de la multitud profana, a través de los nudos de los enigmas”.

Dichos misterios permanecen refugiados en el mito y en el símbolo y todas las formas iniciáticas los conservan de un modo u otro para que puedan ser despertados por aquel que consiga hacerlos germinar en su interior, como indica el tierno loto, aun cerrado, que esta Kore sostiene cerca del pecho, y que anuncia, asimismo, su paso de niña a mujer.

Kore es la energía de la juventud y del ímpetu de todo lo que irrumpe en la vida. Diosa que quiere agradar, la encantadora, la de los ojos brillantes y mirada incitadora, la de los cantos alegres, la lozana, la verdadera, la que no necesita artificio. Aquella a la que le gusta adornar su cabello con una cinta de colores, o una diadema de flores.

Precisamente cuenta la leyenda de los Misterios de Eleusis que Perséfone Kore, la hija de Deméter, se hallaba recogiendo un ramillete de flores en el campo cuando se alejó demasiado y el dios del inframundo, no pudiendo retraerse ante su gracia, la arrastró a su reino, del que no pudo salir; coronándola allí como esposa.

Durante nueve días y nueve noches la buscó Deméter desconsoladamente, implorando a Zeus por su hija. Los lamentos y amenazas de Deméter de abandonar la Tierra dejando que ésta, sin su presencia, quedara exhausta y yerma como su propio y afligido corazón, si no tenía pronto a Perséfone con ella, dieron resultado. Pues Hades, el rey de las tinieblas, ante el desgarro de la madre y por atender la petición del propio Zeus, aceptó devolver a Kore -la joven Perséfone-nuevamente a la luz, pero sólo una mitad del año, mientras que la otra mitad la joven diosa tendría que volver al reino del esposo, en las entrañas de la Tierra.

Deméter no tuvo más remedio que aceptar el trato, quizá incluso pensando en no cumplir la promesa de devolver a la hija una vez la tuviera cerca; pero seguramente porque “los misterios del amor son también los de la muerte”, el rey del inframundo se aseguró en dar a Perséfone la dulzura de su amor en forma de unos granos del fruto de la granada, para asegurarse de ese modo el regreso periódico de la amada.

Con este mito sagrado los pueblos del Mediterráneo explicaron la desaparición de la semilla y su regreso a la vida todas las primaveras, después de haber pasado por la putrefacción en la Tierra.

Desde el punto de vista de la Alquimia espiritual existe una analogía entre la muerte de la semilla y su resurrección como planta, puesto que como ella el ser humano tiene la posibilidad de la regeneración si es capaz de abandonar su estado de ignorancia para renacer a la luz del Conocimiento.

Me reconforta recordar que la palabra “Museo” procede de Musa, y es verdad que un museo arqueológico puede ser verdaderamente el mejor templo para invocar a estas entidades y pedir a la madre de todas ellas, Mnemosine, que nos devuelva la memoria, y a sus hijas, que nos pongan en contacto con las energías celestes a través de sus artes, ya que estas disciplinas son las que nos pueden otorgar el impulso poético necesario para “traspasar las puertas de la percepción”.

Será por esta invocación, seguramente, que me viene a la memoria aquel acápite titulado “Arqueología”, que se encuentra en el módulo III del Programa Agartha, donde se dice que visitar un museo arqueológico es, en cierto modo, recuperar el sentido de atemporalidad, y añade

“Un museo arqueológico es en verdad un discurso donde se expresa lo antiguo (éste es precisamente el significado etimológico de arqueología), término que no debe ser confundido con lo viejo y lo caduco; más bien se relaciona con todo aquello que es perenne y que refleja las ideas o arquetipos universales. En este sentido lo antiguo es perfectamente actual.”
Núria M.A.D. Desde mi ventana.


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domingo, 14 de febrero de 2010

Un tramo del Viaje

Una mañana de Enero del 2010. Secuencia del viaje a Papachrantou, uno de los monasterios de la isla de Andros donde enseñó el neo platónico Miguel Pselos en el siglo XI.

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"Es conocido que Ficino emprendió la traducción del griego al latín, empezando por el Corpus Hermeticum, -reunido por M. Psellos en s. XI- que comprende: Poimandrés, Asklepios, Oráculos Caldeos, e Himnos Orficos. Después de esto se dio lugar a la interpretación hermética del Corpus platónico y neoplatónico, con la traducción y comentarios de los Diálogos de Platón como Banquete, Fedro, Parménides, Apología, República, Leyes; así como de textos neoplatónicos, herméticos y cristianos, de Proclo, Porfirio, Jámblico y Plotino, de S. Pablo y de Dionisio Areopagita, Hermias, Sinesio, Alcínoo o Psellos". Seguir lectura

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domingo, 31 de enero de 2010

Mimosa, árbol solar





La Naturaleza no deja de sorprenderme. Antes de acabar el año, la mimosa, un tipo de acacia, que hay frente a mi casa comenzó a amarillear. La llevo contemplando desde que nació hace unos años; está en la puerta de una vieja masía del siglo XVIII deshabitada. Hay muchas masías de ese siglo y anteriores por la zona donde vivo, como por ejemplo una que está en una colina cobijada bajo la sombra de un robusto roble también centenario. Me percato que esta mimosa ha roto a florecer justo en el solsticio de invierno, es decir que su fruto ha brotado bajo los primeros rayos del Sol, que en su rito anual por fin ha vencido a las tinieblas. De hecho existe una relación entre la acacia y Cristo (el Sol invicto) pues según cuenta la Tradición su corona de espinas era de este árbol, también solar, de tal manera que las espinas de la planta son en realidad los propios rayos del astro. Es por todo esto que la acacia, en el simbolismo iniciático de la Masonería, representa la regeneración espiritual, un nuevo cuerpo de luz del que somos investidos una vez hemos abandonado definitivamente al “hombre viejo”.

A tenor de estos signos de concordia y armonía, entre Cielo y Tierra, intuyo que este año que recién inauguramos va a traerme grandes venturas. Dios lo quiera así.




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