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miércoles, 3 de agosto de 2022

LA FILOSOFÍA PLATÓNICA EN LA MISTERIOSA ANDROS, ISLA DE LA CÍCLADAS

Vista de Andros

"Calles estrechas y empedradas que suben, otras que bajan y pasan por debajo de una casa, de un puente, junto a una pequeña iglesia ortodoxa; son preciosas construcciones blancas, muchas de ellas con las cúpulas pintadas de turquesa, como el mar que las circunda. Se trata de verdaderas joyas paisajísticas, como un capricho arquitectónico que hubiera mandado edificar el propio mar Egeo para mirarse a los ojos, pues es imposible no conjuntar con la mirada los blancos edificios de azulados adornos, con el tono del mar y el cielo, cuyos azules son continuamente salpicados de blancos copos, unos formados por la espuma de las olas, otros por las algodonadas nubes que se forman y diluyen. En las alturas de la isla y echando la mirada hacia los profundos valles donde se yerguen los núcleos de vida de los andrios, el verde entra en escena y cubre este animal repleto de vida.

Lo cierto es que esta isla ofrece estampas idílicas y cualquier enclave, a lo largo de sus 374 kilómetros, expresa una belleza casi perfecta. Homero es el primero, de un rosario de autores, que nos hablan de estos parajes. Y así dice en uno de sus versos, justamente en el canto IV de la Odisea, donde señala la bonanza climática del entorno.

La vida de los hombres es más cómoda,

no hay nevadas y el invierno no es largo;

tampoco hay lluvias,

pero Océano deja siempre paso a Céfiro

que sopla sonoramente para refrescar a los hombres.


Desde que atracamos en Gavrio, el puerto de Andros situado en una preciosa bahía en sotavento, la isla no ha dejado de dar señales de su magnetismo y de su fuerza evocadora. Este es sin duda un enclave poderoso, provisto de una fuerte naturaleza, insólita para una isla, pues a poco que se recorre se descubren las cascadas de agua y los manantiales salutíferos de los que con tanto entusiasmo nos hablaban los antiguos viajeros y todo aquel que estuvo en Hydrousa, nombre que antiguamente recibía Andros precisamente por su cantidad de agua. También sus montes sorprenden por la altitud, algo que no es corriente en una isla, pues tiene montañas de hasta 994 metros de altura. Filóstrato, en un texto del siglo III, relata que además de ríos con aguas medicinales con las que tratar distintas dolencias, por Andros cruzaban corrientes de vino:

La tierra de Andros está tan henchida de vino por obra y gracia de Dionisos, que estalla y le envía un río a sus habitantes. Si los comparas con un río de agua su caudal no es grande, pero si piensas que es de vino, sí es un río grande, y sagrado. Quien bebe de sus aguas bien puede desdeñar las del Nilo y el Istro y decir de estos ríos que serían más estimados si, aun siendo mucho más pequeños, tuviesen un caudal semejante.

 

Muchas cosas he descubierto desde que emprendí el periplo hasta esta “isla verde”, evocación poética y simbólica de un lugar mágico y épico, situado en el “más allá”, pero que es a la vez la sede de nuestra verdadera identidad. 

Una de las cosas más significativas hallada en esta geografía legendaria y sagrada ha sido descubrir que Andros fue, durante la Edad Media, un enclave en el que Miguel Pselos (1018-1079), reconocido como el “máximo representante del Renacimiento bizantino” y un enamorado de la metafísica de Platón, fundó una escuela filosófica donde enseñó y difundió dicha Filosofía platónica". Fragmanto del libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura intelectual. Mª Angeles Díaz. Editado por Symbolos. Seguir la Página del libro en Facebook






miércoles, 27 de julio de 2022

MIGUEL PSELOS, PLATÓNICO BIZANTINO, UN AMIGO EN LA ISLA DE ANDROS


"[...] Otro lugar significativo en la isla de Andros al que estuvo ligado Miguel Pselos de una u otra manera, y por supuesto donde seguramente se conoció el manuscrito de Horapolo del Nilo, es Paleopolis, nombre de la antigua capital de Andros, un enclave muy próximo al mar. Allí existen restos arqueológicos pertenecientes a un templo de Zeus y es el lugar, precisamente, donde apareció, casi perfecta, la estatua conocida como “El Hermes de Andros”, la pieza más emblemática con la que cuenta el museo de esta isla. Mientras estoy sentada en la terraza de una de las lindísimas tabernas que hay, una junto a la otra, en la misma calle donde se encuentra el museo arqueológico, y muy cerca también del museo marítimo, veo pasar a un sacerdote vestido con la misma sotana negra que usó Pselos, y que usan todos los sacerdotes ortodoxos. Pienso si este sabrá algo de Pselos, y de la enorme importancia que siempre tuvieron las ideas platónicas y herméticas, y cómo éstas han conseguido fomentar, siempre que aparecieron con fuerza, una aurora en la cultura, o sea, constituirse en un faro de luz para ciertos periodos de la historia.

Miguel Pselos que es sin duda uno de esos protagonistas en el siglo XI, siendo profesor en la Universidad de Constantinopla, logró insuflar a sus jóvenes alumnos el amor que él mismo sentía por esa forma de acercamiento a lo más íntimo del ser.  En sus clases infunde a los alumnos la pasión por ampliar los conocimientos y profundizar en la cultura griega. Y así fue como adquirió la fama de hombre culto y refinado que se extendió entre sus contemporáneos al punto de ser considerado la persona más sabia de Bizancio. 

Para Miguel Pselos la cultura arcana lo poseía todo; todo el saber, y no veía ninguna diferencia sustancial entre las enseñanzas paganas y el Cristianismo, una idea que sería retomada y defendida por sus seguidores en el Renacimiento. Por ello dedicó su talento y su esfuerzo a recopilar a los clásicos y comentar sus obras. Como decíamos, tanto las Sagradas Escrituras, las obras de Hermes Trismegisto o los Oráculos Caldeos, hallando idénticas referencias y misterios en todos estos planteamientos sapienciales. Cuando muchos combatían, desde su ignorancia, las ciencias naturales, como la Astrología o la Magia, calificándolas de supersticiones, él las estudiaba detalladamente para explicarlas. Y así diferenciar lo verdadero de lo falso, señalar cuáles eran los textos que incurrían en el error, el ocultismo y la superstición, y en cuales otros lo que se exponía eran verdaderos conocimientos científicos y filosóficos. Estos son los que trató de aproximar al público dando explicaciones científicas sobre los fenómenos que se consideraban extraños, señalando, no obstante, que no todas las cosas pueden ser comprendidas ni demostradas, pues

Si bien toda cosa tiene su causa, eso no significa que no haya realidades inaccesibles al razonamiento y a la demostración, tal como lo pretendían los estoicos (…) No todo lo divino es abordable, ni toda la Naturaleza puede ser comprendida por la razón.

Pselos, no obstante, debió defenderse de la acusación de paganismo, que se fundamentó en su constante defensa de las ideas griegas. Xifilino, rector de la Escuela de Derecho de Constantinopla, puesto al que accedió por recomendación de Pselos, fue el que le hizo tal acusación, aduciendo que Miguel pretendía, con su adhesión a Platón y sus aficiones helenísticas, perturbar a la Iglesia. Pero de todo esto hay muchas cosas por decir y aún por esclarecer y algunas de ellas se explicarán aquí".  Mª Ángeles Díaz. Fragmento del libro Viaje Mágico Hermético a Andros. Ed. Symbolos, Barcelona.  ISBN: 9788461714452. Seguir en Facebook


“Este libro trata de un viaje a la isla de Andros, en las Cícladas del mar Egeo, desde donde de manera sorpresiva y a través de la historia, la geografía, el arte, el símbolo y el mito se penetra en las fuentes de la cultura occidental visitándose algunos de los lugares más significativos de la misma (Atenas, Delfos, Delos, Mitilene, Florencia, Siena, Ferrara, Mantua, Milán, entre otros) en compañía de filósofos, poetas y artistas griegos, romanos, bizantinos y renacentistas, cuyo pensamiento llega hasta nuestros días con Federico González Frías, revivificador de esa perspectiva y a quien la autora dedica el libro."

lunes, 25 de julio de 2022

LA MUERTE DE ORFEO A MANOS DE LAS BACANTES


Baldassarre Peruzzi. Muerte de Orfeo, Roma. Villa Farnesina. 

Los testimonios tradicionales narran que las mujeres de Lesbos, y la escuela de Safo en particular, recogieron los restos dispersos de Orfeo destrozados por el delirio de las Bacantes, mujeres que participaban de los misterios báquicos a través de la embriaguez, como medio iniciático y de integración con el dios. Estas mujeres son el símbolo de las energías excesivas que irrumpen en todo descenso cíclico cuando una tradición sapiencial degenera, con el fin de acelerar el proceso de cambio. Las Bacantes son entidades que la mitología y la plástica nos representan junto a Dionisos, danzando e invocando al aspecto más salvaje del dios, asociado al vino y al frenesí.

Efectivamente, en Mitilene, y en toda la isla de Lesbos por extensión, rebrotó en ese periodo de la vida de Safo la Tradición Orfica, siendo varios los autores clásicos que así lo corroboran. Este es el caso de Fanocles, un poeta griego quien, en una obra titulada "Erotes", relata que las mujeres tracias habían descuartizado a Orfeo, pero que la cabeza y la lira del cantor fueron arrastradas por la corriente marina hasta Lesbos donde dichos restos recibieron sepultura.

Un texto de Proclo viene a poner luz sobre este hecho. Dice el filósofo platónico que el origen simbólico de esta leyenda concerniente a la cabeza de Orfeo reside en que la gente de Lesbos tomó de la Tradición Orfica su parte más alta, la primera y principal, es decir que en Mitilene asimilaron por comprensión de las ideas una Tradición, o lo que es lo mismo, una Cosmogonía con la que reconstruir su mundo y su escala de valores. O sea, su particular escalera al cielo. (Del libro: "Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una Aventura intelectual"). Mª Angeles Díaz

PINACOTECA SIMBÓLICA

Recreación de Andros en nuestro Teatro Hermético de la Memoria






Otra reseña: https://www.2enero.com/textos/andros_apitarch.htm
Recreación fotográfica de la presentación del libro en Barcelona. Vemos en la mesa, de izquierda a derecha, a Francisco Ariza, la autora y José Manuel Río.




martes, 7 de junio de 2022

ANDROS, PARADIGMA DEL CENTRO DE UNA HISTORIA VERTICAL Mª Ángeles Díaz


No todos los viajes terminan cuando uno regresa al lugar donde tiene su casa, su familia, su trabajo, su rutina… Algunos son como si se llevaran dentro y por eso son viajes que continúan realizándose en el interior, suscitándonos nuevas aventuras intelectuales y encuentros con personajes verdaderamente fascinantes, a los que merece la pena conocer, indagar en sus vidas y obras, lo que abre una ventana a otra época y otro entorno vital y geográfico. Pero especialmente abren un espacio nuevo en el corazón y una renovada percepción sobre las cosas. Cierto que eso nos puede ocurrir en cualquier parte a donde vayamos, pues personajes insignes los ha habido por doquier a lo largo del tiempo, pero lo que no es habitual es descubrir que las personas más relevantes con las que te vas encontrando «fortuitamente» en el trayecto, si bien pertenecen a diferentes momentos de la Historia, están todas ellas mágicamente vinculadas a la isla de Andros y al mismo tiempo a la Tradición Hermética.

El hecho de que Hierogliphyca, el libro de Horapolo del Nilo, nada menos que el eslabón que une la tradición griega a la egipcia, y que descubre los misterios de la lengua del sacerdocio, se conservara en Andros hasta el Renacimiento –cuando fue adquirido allí por Cristóforo Buondelmonte quien lo hizo llegar hasta Marsilio Ficino–, para mí está indicando que Andros es un lugar especial y que su vinculación con Thot-Hermes está ratificada en todos y cada uno de los fragmentos de su historia y su arqueología. Así lo intuyó Federico, que es quien primero se fijó en esta isla vinculada con la Tradición Hermética.

Lo cierto es que he podido comprobar que estas ilustres personas a las que me refiero, y que de forma asombrosa desde el principio me salen al paso, constituyen en mismas eslabones de la cadena áurea. Se trata de personajes cuya relevancia ha sido la de sustentar a lo largo de las épocas, la Filosofía Perenne, siendo ellos los que, en distintas coyunturas del tiempo, han mantenido vivo el lazo de los seres mortales y transitorios con la Identidad Suprema. Y aunque el nivel de aproximación y comprensión que alcanzaron es distinto en cada uno de ellos, como diferentes han sido sus circunstancias y sus propias sensibilidades, lo llamativo es que todos se han constituido en la correa de transmisión de la Antigua Sabiduría egipcia y greco-romana que vivió a través de Pitágoras, Sócrates, Platón, los neo-pitagóricos y los neo-platónicos, quienes asimilaron y sintetizaron todo ese saber ancestral heredado de la Tradición Primordial: aquélla que nos señala a los hombres de todas las épocas el camino vertical y nos da los valores eternos, soporte fundamental para crear –o refundar–, adaptándola a los tiempos, una Cultura.

El caso es que hace más de cuatro meses que volví de Andros y sin embargo el recuerdo de ese lugar no ha dejado de tener presencia viva en mi memoria, especialmente porque no han dejado de producirse hechos verdaderamente mágicos que me acercan una y otra vez a la isla, dándome a conocer una historia verdadera, aunque aparentemente oculta, relacionada con la Tradición de Hermes y con el Mediterráneo. Sin duda algo me querrá decir todo esto, tal vez tenga que volver a Andros...

No me mueven deseos de aventura, aunque sabemos la eficacia que tienen los viajes para cambiarnos las imágenes e integrarnos en un tiempo nuevo. Aquello que me llevaría de nuevo a la isla es más bien una necesidad espiritual de rememorar y fijar, o sea, de seguir profundizando en ciertas señales e indicaciones que me dicen y me hablan con fuerza magnética de Andros.


La intención no es devolverles la memoria a esos parajes y a los héroes que los poblaron, y que me asaltan continuamente en el camino, sino que estos antepasados me la devuelvan a mí. Y porque lo interesante y emocionante del asunto es comprobar que las señales que de continuo recibimos, mezcladas entre cientos de cosas aparentemente inconexas, están concatenadas y que más bien se trata de afinar el oído, o mejor, encontrar el hilo vertical que las une como las perlas ensartadas por el destino, haciéndonoslo todo más comprensible.


Ese es el sistema que utiliza el lenguaje simbólico para comunicarnos las verdades más íntimas y misteriosas, pero también las más reveladoras, que son las que de ordinario se ocultan tras las apariencias de una simple anécdota. Sin embargo, muchas veces sólo hace falta prestarles la atención adecuada para advertir su ligamen con otros planos y descubrir, de ese modo, un discurso coherente y pleno de analogías. Se nos revela, por así decir, otra lectura y dimensión del tiempo y del espacio, pero sobre todo se revelan ámbitos secretos de nuestra geografía interior. Seguramente es en este sentido como deben entenderse las palabras de Federico, cuando señala que:

 

…el hombre es un privilegiado, pues en cualquier momento puede recuperar la memoria de sí, intentar reconstruir su pasado glorioso, volver a sus fuentes perdidas.

El hilo del tiempo teje permanentemente en su rueca esta urdimbre y trama, que es un soporte para conocer lo atemporal, lo eterno, presentido oscuramente en nuestro interior, y que es, en definitiva, el motor secreto que nos impele a realizar todos los actos, aunque no sepamos este hecho o lo traduzcamos de mil maneras tan superficiales como anecdóticas. (El Simbolismo de la Rueda, cap. VI).


Estos son los preliminares de los que parto para relatar los entresijos que me llevaron a descubrir nuevas etapas de mi viaje mágico-hermético a Andros, la isla convertida para en paradigma del centro de una historia vertical. Mª Ángeles Díaz